21-03-11
Fotos: Jessica Kuhn
Triunfal resultó la corrida de ayer domingo en el Cortijo San Felipe de San Pedro Garza García, Nuevo León, el cual lució sus mejores galas con un ambientazo excepcional, donde Maripaz Vega ligó otra puerta grande, por pasear tres orejas, esta vez compartida con el caballista potosino Rodrigo Santos, quien cortó el mismo número de auriculares.
Maripaz con su primero poco pudo hacer con la capa, más dejó lo mejor para la muleta donde inició con artísticos doblones para que una vez que se hizo del toro, en los medios con mucho seso logró dominar a su contraparte la cual al sentir su poder se entregó, pudiéndole extraer sendas tandas donde demostró el valor y el oficio que atesora, logrando incluso enredarse con él en las últimas dos, lo que inyectó de euforia a los tendidos para después tomar la espada y vaciarla a dos tiempos hasta la empuñadura, logrando mandar al morito al destazadero sin puntilla ni orejas.
Con su segundo se prodigó con la capa dejando hermosas verónicas a suerte cargada y remató con una media de pintura. Con la sarga estructuró una faena por ambos lados a un toro dechado de clase que embistió en cámara lenta por ambos lados, siendo el derecho por donde logró trazos más largos y en redondo, dando cátedra de temple y ligazón, más cuando en el ambiente se respiraba la apoteosis, dejó en la punta de la espada los máximos trofeos y fue hasta el segundo viaje que logró una entera en buen sitio de efectos fulminantes, para conformarse con el corte de una oreja, que supo a poco después de lo realizado en el ruedo.
Por su parte, Rodrigo Santos demostró no solo lo gran caballista que es sino el excelente torero que lleva en su interior; cortó la oreja de su primero gracias a la insistencia y exposición que mostró ante un bravo ejemplar que lo apretó contra las tablas en varias ocasiones, más resolvió con sapiencia y aunque hundió el rejón de muerte en buen sitio el puntillero se lo levantó para que todo quedara en una oreja. Con su segundo, después de resbalar de la jaca y golpearse duramente en el coxis, provocando el caos en el ruedo, se engalló y estructuró una faena para el recuerdo, donde destacaron las banderillas largas a una y dos manos, las cortas rodando en un palmo y por supuesto la santina de su creación, siempre colocando al estribo con gran valor, para vaciar el rejón de muerte en excelente sitio y desorejar a su contraparte, lo que le valió dar la vuelta al ruedo con su ganadero, el Maestro de la tierra Eloy Cavazos, su hijo y nieto. Con Santos destacaron los forcados de Mazatlecos por una excelente pega que lograron de tercio a tercio con su segundo.
Respecto a Hilda Tenorio, se le vio solvente con los toros que le tocaron en suerte, más la espada volvió a ser su tendón de Aquiles; con el primero escuchó un aviso y con el segundo los tres, más los detalles que dejó en la arena fueron suficientes para constatar el gran oficio que atesora.
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